I
El molino se podría ver desde la colina, donde los manzanos brillaban bajo el sol y varios niños jugaban, correteando entre el pasto y las flores. Era un paisaje maravilloso, un día hermoso y la gente se veía feliz más allá del molino, donde comenzaba el camino empedrado del pueblo de Frontera. Frontera era una un pueblo principalmente agrícola, sin embargo en los últimos años había crecido mucho, y el pueblo empezaba a tomar forma de ciudad. Había esas pequeñas diferencias, que denotaban la prosperidad de Frontera: la gente tenía tiempo libre para ir al teatro callejero, no había nadie que no tuviera siempre por lo menos un pedazo de pan que comer en su casa, la producción cada vez era mas mecanizada, había cada vez mas niños jugando en las calles y los viejos se veían sentados afuera de las principales avenidas discutiendo sobre el futuro de la humanidad.
Desde atrás de la colina de los manzanos, Rik estaba sorprendido. Había tenido mucha curiosidad por como vivían los humanos y por visitar la frontera entre Sakiki y el reino de Exodor, y solo se había contenido por un poco de miedo y pereza; sin embargo, hacia unos meses anduvo vagando con un naga hermafrodita por esos lugares y descubrió el pueblo de Frontera. Desde aquella ocasión se había sorprendido mucho al observar que tan organizado era el pueblo, y que tan felices se veían los humanos a pesar de no poseer magia. Duró varias horas observando, hasta que su compañero se hartó y se fue. Fue este mismo naga traidor, el que había expuesto a Rik ante el consejo y fue severamente regañado después.
Sin embargo, ahora estaba ahí de nuevo, solo, sin nadie que lo molestara, observando como los humanos se organizaban sin magia para producir comida de una manera sorprendente, incluso mucho más rápida y con menos trabajo que los nagas.
De pronto escucho un lamento, rápidamente Rik agudizó sus sentidos y escucho:
- ¡No por favor!, no me hagan daño, les juró que yo no robé nada.
- Calla maldita ladrona, vas a pagar caro lo que hiciste.
Rik se acercó al lugar de donde provenían las voces y se encontró con la escena: una jovencita de unos 17 años yacía en el suelo y dos hombres la veían ferozmente. La niña lloraba amargamente y se veía el miedo en sus ojos, Rik sintió algo en su interior al observar a la muchacha, tan diferente a lo que él conocía. Era mucho más pequeña, se veía más suave, sus labios no eran rojos ni azules, si no rosas, tenia el cabello corto y rosado, su piel era muy blanca, sus ojos eran verdes y aparte tenía piernas. Rik no podía dejar de mirar las piernas desnudas de la niña, se veían rosas, hermosas, diferentes y atractivas.
- Entonces, ¿vas a pagar todo lo que te robaste maldita ladrona? – dijo uno de los hombres con voz amenazante.
- ¡yo no fui! Y no tengo dinero para pagarles, en serio, ¡déjenme ir por favor! – la niña no dejaba de llorar amargamente.
- Quizá nos puedas pagar de otra forma – dijo el otro hombre con voz maliciosa.
- Si buena idea Héctor – dijo el primer hombre cogiendo a la niña de la mano y poniéndola de pie, el hombre pasó su mano por la pierna de la niña y esta empezó a forcejear tratando de zafarse, mientras Héctor la agarro fuertemente de ambas manos.
Rik no sabía que es lo que estaba pasando exactamente, pero algo en su interior le indicó que no era bueno, así que inmediatamente se abalanzó sobre el hombre que había pasado la pierna por debajo de la niña y lo golpeo fuertemente con su frente derribándolo y dejándolo sin aire.
- Déjenla, como se atreven – los hombres se sorprendieron mucho al ver al naga, mucho mas grande que ellos con el semblante serio y amenazador.
- Héctor, es uno de esas serpientes que hablan. ¿Qué haces aquí monstruo, te puedes meter en problemas sabías? – Rik miró al otro hombre llamado Héctor y le dijo: - suéltala, no te quiero hacer daño pequeño primate.
Héctor si estaba asustado y la soltó, la jovencita corrió hacia un lado y se quedo mirando también sorprendida al enorme naga.
- ¿A dónde crees que vas ladrona? – dijo el otro hombre llamado Fausto, incorporándose y tratando de alcanzar a la pequeña, pero antes de que pudiera acercársele un poco Rik ya estaba entre los dos con los brazos cruzados y la mirada penetrante: - ¿qué no entiendes estúpido?, déjala, vete de aquí antes de que te rompa cada uno de tus frágiles huesos.
- ¿Cómo te atreves a hablarme así reptil? Te vas a meter en un problema muy grande… mientras decía esto el hombre saco de su costado una espada corta bien afilada y la empuño amenazante… te voy a cortar en pedazos si no te mueves ahora mismo de enfrente serpiente.
Rik permaneció inmóvil, mirando el arma que portaba Fausto, al parecer no le tenía el menor miedo, a pesar de que él iba completamente desarmado. Se sorprendía que una criatura inferior y pequeña, tuviera el valor de efrentarlo.
- ¿No te vas a quitar?, entonces ¡MUERE BESTIA!... – cuando dijo esto lanzó una estocada vertical para tratar de atravesar a Rik por la mitad, Rik se movió ágilmente tomo el brazo de Fausto y lo rompió en dos fácilmente, el hombre lanzó un alarido de dolor… - Maldita bestia vas a morir … de su bolsillo saco un artefacto que Rik nunca había visto en su vida, era corto, tenia un aro de donde el hombre lo sostenía y en el centro del aro, apuntando hacia Rik tenia un pequeño pico triangular. El aro se iluminó color violeta y de la punta del pico salió un rayo de luz que le dio a Rik en el hombro. Rik sintió una punzada de dolor y de calor, así que reaccionó inmediatamente golpeando al hombre con su cola y éste cayo al suelo, un segundo después invocó una poderosa bola de fuego que se estrelló fuertemente contra el hombre, que no alcanzó a decir nada, simplemente se desintegró en el fuego.
El otro hombre gritó asustando y salió corriendo del lugar a toda prisa. Rik se llevó la mano al hombro, tenía un poco de sangre y le dolía bastante, pero al parecer solo había sido un rasguño, seguro se podría bien. ¿Cómo había sido posible que ese pequeño ser lo hubiera herido? ¿Si no podían hacer magia, como es que ese hombre lanzo un rayo de calor? De pronto Rik se acordó de algo más importante, la jovencita que había defendido, se giró y ella permanecía ahí mirándolo con curiosidad.
-¿Estás bien? – dijo Rik con voz tímida, había algo en esa niña que le hacia perder su poderosa personalidad.
- Muchas gracias – dijo la niña lanzándose a Rik y abrazándolo fuertemente. Rik primero se movió un poco hacia atrás instintivamente, pero después, poco a poco rodeo con sus brazos a la pequeña mujer humana. Sintió su calor. Los humanos tenían sangre caliente, los naga no, por eso es que Rik sintió su calor, también su olor a flores silvestres y su fragilidad. Algo se despertaba dentro de Rik, una sensación diferente, desconocida, por algo que sabía bien que estaba prohibido.
- ¿Cómo te llamas? – dijo la jovencita cuando se separaron. – Rik le contestó: - yo me llamó Rik - para la niña el tono de voz de Rik era siseante y se rió un poco: - hablas muy raro Rik, yo soy Cotton Candy, mucho gusto – dijo sin dejar de sonreír, y Rik sonrió. Por primera vez en su vida, sabía que quería estar con alguien, aunque esta persona no fuera un naga, si no uno de esos hermosos primates.
Desde atrás de la colina de los manzanos, Rik estaba sorprendido. Había tenido mucha curiosidad por como vivían los humanos y por visitar la frontera entre Sakiki y el reino de Exodor, y solo se había contenido por un poco de miedo y pereza; sin embargo, hacia unos meses anduvo vagando con un naga hermafrodita por esos lugares y descubrió el pueblo de Frontera. Desde aquella ocasión se había sorprendido mucho al observar que tan organizado era el pueblo, y que tan felices se veían los humanos a pesar de no poseer magia. Duró varias horas observando, hasta que su compañero se hartó y se fue. Fue este mismo naga traidor, el que había expuesto a Rik ante el consejo y fue severamente regañado después.
Sin embargo, ahora estaba ahí de nuevo, solo, sin nadie que lo molestara, observando como los humanos se organizaban sin magia para producir comida de una manera sorprendente, incluso mucho más rápida y con menos trabajo que los nagas.
De pronto escucho un lamento, rápidamente Rik agudizó sus sentidos y escucho:
- ¡No por favor!, no me hagan daño, les juró que yo no robé nada.
- Calla maldita ladrona, vas a pagar caro lo que hiciste.
Rik se acercó al lugar de donde provenían las voces y se encontró con la escena: una jovencita de unos 17 años yacía en el suelo y dos hombres la veían ferozmente. La niña lloraba amargamente y se veía el miedo en sus ojos, Rik sintió algo en su interior al observar a la muchacha, tan diferente a lo que él conocía. Era mucho más pequeña, se veía más suave, sus labios no eran rojos ni azules, si no rosas, tenia el cabello corto y rosado, su piel era muy blanca, sus ojos eran verdes y aparte tenía piernas. Rik no podía dejar de mirar las piernas desnudas de la niña, se veían rosas, hermosas, diferentes y atractivas.
- Entonces, ¿vas a pagar todo lo que te robaste maldita ladrona? – dijo uno de los hombres con voz amenazante.
- ¡yo no fui! Y no tengo dinero para pagarles, en serio, ¡déjenme ir por favor! – la niña no dejaba de llorar amargamente.
- Quizá nos puedas pagar de otra forma – dijo el otro hombre con voz maliciosa.
- Si buena idea Héctor – dijo el primer hombre cogiendo a la niña de la mano y poniéndola de pie, el hombre pasó su mano por la pierna de la niña y esta empezó a forcejear tratando de zafarse, mientras Héctor la agarro fuertemente de ambas manos.
Rik no sabía que es lo que estaba pasando exactamente, pero algo en su interior le indicó que no era bueno, así que inmediatamente se abalanzó sobre el hombre que había pasado la pierna por debajo de la niña y lo golpeo fuertemente con su frente derribándolo y dejándolo sin aire.
- Déjenla, como se atreven – los hombres se sorprendieron mucho al ver al naga, mucho mas grande que ellos con el semblante serio y amenazador.
- Héctor, es uno de esas serpientes que hablan. ¿Qué haces aquí monstruo, te puedes meter en problemas sabías? – Rik miró al otro hombre llamado Héctor y le dijo: - suéltala, no te quiero hacer daño pequeño primate.
Héctor si estaba asustado y la soltó, la jovencita corrió hacia un lado y se quedo mirando también sorprendida al enorme naga.
- ¿A dónde crees que vas ladrona? – dijo el otro hombre llamado Fausto, incorporándose y tratando de alcanzar a la pequeña, pero antes de que pudiera acercársele un poco Rik ya estaba entre los dos con los brazos cruzados y la mirada penetrante: - ¿qué no entiendes estúpido?, déjala, vete de aquí antes de que te rompa cada uno de tus frágiles huesos.
- ¿Cómo te atreves a hablarme así reptil? Te vas a meter en un problema muy grande… mientras decía esto el hombre saco de su costado una espada corta bien afilada y la empuño amenazante… te voy a cortar en pedazos si no te mueves ahora mismo de enfrente serpiente.
Rik permaneció inmóvil, mirando el arma que portaba Fausto, al parecer no le tenía el menor miedo, a pesar de que él iba completamente desarmado. Se sorprendía que una criatura inferior y pequeña, tuviera el valor de efrentarlo.
- ¿No te vas a quitar?, entonces ¡MUERE BESTIA!... – cuando dijo esto lanzó una estocada vertical para tratar de atravesar a Rik por la mitad, Rik se movió ágilmente tomo el brazo de Fausto y lo rompió en dos fácilmente, el hombre lanzó un alarido de dolor… - Maldita bestia vas a morir … de su bolsillo saco un artefacto que Rik nunca había visto en su vida, era corto, tenia un aro de donde el hombre lo sostenía y en el centro del aro, apuntando hacia Rik tenia un pequeño pico triangular. El aro se iluminó color violeta y de la punta del pico salió un rayo de luz que le dio a Rik en el hombro. Rik sintió una punzada de dolor y de calor, así que reaccionó inmediatamente golpeando al hombre con su cola y éste cayo al suelo, un segundo después invocó una poderosa bola de fuego que se estrelló fuertemente contra el hombre, que no alcanzó a decir nada, simplemente se desintegró en el fuego.
El otro hombre gritó asustando y salió corriendo del lugar a toda prisa. Rik se llevó la mano al hombro, tenía un poco de sangre y le dolía bastante, pero al parecer solo había sido un rasguño, seguro se podría bien. ¿Cómo había sido posible que ese pequeño ser lo hubiera herido? ¿Si no podían hacer magia, como es que ese hombre lanzo un rayo de calor? De pronto Rik se acordó de algo más importante, la jovencita que había defendido, se giró y ella permanecía ahí mirándolo con curiosidad.
-¿Estás bien? – dijo Rik con voz tímida, había algo en esa niña que le hacia perder su poderosa personalidad.
- Muchas gracias – dijo la niña lanzándose a Rik y abrazándolo fuertemente. Rik primero se movió un poco hacia atrás instintivamente, pero después, poco a poco rodeo con sus brazos a la pequeña mujer humana. Sintió su calor. Los humanos tenían sangre caliente, los naga no, por eso es que Rik sintió su calor, también su olor a flores silvestres y su fragilidad. Algo se despertaba dentro de Rik, una sensación diferente, desconocida, por algo que sabía bien que estaba prohibido.
- ¿Cómo te llamas? – dijo la jovencita cuando se separaron. – Rik le contestó: - yo me llamó Rik - para la niña el tono de voz de Rik era siseante y se rió un poco: - hablas muy raro Rik, yo soy Cotton Candy, mucho gusto – dijo sin dejar de sonreír, y Rik sonrió. Por primera vez en su vida, sabía que quería estar con alguien, aunque esta persona no fuera un naga, si no uno de esos hermosos primates.