miércoles, diciembre 19, 2012

El ciclo de Kara Thrace: Finale



¿Cuántas veces repetimos el ciclo? ¿Conocerlo es la muerte verdadera?
la nave de resucitación no es más que una alegoría de nuestro juego,
gracias Kara, el ciclo está a salvo, la vida sigue y sigue,
y la espiral se proclama verdadera, como una creatura nueva.

El sentido de su vida, mi observación permanente y cuando faltó el temor: todo es parte de mí. Dios. Al fin lo recuerdo, bajo todas las sombras angulares. Es necesario que olvide que Dios y yo somos lo mismo, para cuando recuerde, escriba sin sesgo divino todas las vidas: cylons y humanos por igual.

Todo estaría perdido. Pero Kara…

Kara mi querido mensajero, mi poderosa guerrera, mi semi-diosa sudada; guió la historia en mi ausencia, aterrizó en la tierra mis delirios y al final; cuando supo que estaba cerca de lo perdido, me invocó y volvió. Kara, poseedora de mi valor y coraje, mas no de mi miedo; se alza como un ser alado y de golpe me devuelve mi carácter divino.

Fue mi reflejo, simuló mortalidad y brindó muerte. Muerte obscura y luna eterna para todos aquellos que me pertenecen. Esa necesaria destrucción para la reactivación de los vientos, de la chispa y aliento, que da vida a lo natural y artificial. ¡Oh Kara! ¡Cómo agradecerte que te desprendieras de mí y ejercieras mi voluntad en el mundo terral! Con nuestra unión gobernamos nuevamente y creamos las canciones de las estrellas.

Nuestra sinfonía perfecta se reanuda. Cuando el tiempo nos consuma, tú volverás. Recuerda trabajar sin miedo y con fuerza, forja con fuego tu alma, edifica tu mundo y solidifícate como acero. Prueba el amor esta vez mi querida hija, te permitirá diluirte entre los mortales y al sentir el verdadero dolor, me despertarás nuevamente.

Kara. Vuela nuevamente cuando hayamos terminado. Regresa entre los tuyos siendo yo, vuela veloz en tu viper, destruye cuando sea necesario, inmortaliza tu raza y planta recuerdos a cada instante. Estaré observando, mientras lentamente te olvido y será tu objetivo cautivar con tus encantos y ejercer mi divinidad por los ciclos de los ciclos, amén.

lunes, diciembre 17, 2012

El ciclo de Kara Thrace: Unión de luces



¡Tormentas, fuego, lluvia ácida y estrellas! ¡Al fin juntos!,
como la marea que siempre regresa, como las burbujas
explosivas, como el universo que termina, nos encontramos;
este destino es nuestro, tracémosle.  

Beso. La básica expresión de unión, de magia, de sentimiento. Pueden pasar siglos sin que el sabor desvanezca, sin que el sonido diluya, sin que recuerde el comienzo. Kara me besa, pero su beso lleva una pasión armónica, no blasfema, con sentimientos claros y evidentes. No estamos ahí por un ardiente deseo, no es la burda carne, ni las hormonas. Es una necesidad paternal, filial, de energía atómica uniendo nuestros cuerpos.

Así se creó el universo. Con la unión de dos, con el regreso de su hija a su padre, uniendo los cabos sueltos, danzando valses perfectos, sudando con cada respiración y exhalaciones calientes. Así nacimos y nos repetimos cada instante, segundos para los Dioses, eones para los hombres, suspiros para Kara Thrace. Así convergen las líneas espaciales, así se entienden las coordenadas: nos llevan a donde empezamos, en donde se curva la luz y la gravedad nos vuelve súper densos.

Inexperiencia. Las gotas de agua circulan por nuestra espalda, son la destilación de energía consumada, la creación. Escribir con saliva y dibujar curvas imaginarias, mas se convierten en imágenes superpuestas cuando cierro los ojos, es masa crítica a punto de ebullición. Con paciencia, sin esperar nada, me entrego a la musa, buscando mi sombra entre sus piernas.

Su beso y abrazo me capturan, siento sus manos, piernas, abdomen, aliento y cabello. Pruebo su piel, saboreo sus ojos, su boca y su lengua; su mente se va fundiendo lentamente con la mía. La sensación va más allá de cualquier entendimiento, es una coreografía antigua que me hace recordar. Cuando una burbuja revienta y ella deja de respirar, desaparece dentro de mí. Somos uno.

jueves, diciembre 13, 2012

El ciclo de Kara Thrace: Recuerda matarte



¡Cuántas palabras caben en tus besos Kara! Recuerda suspirar por ti todas las noches. Tienes la boca llena de dulces rubíes. Tus labios son fresas, las fresas son dulces rojos, rojos rubíes. Tus ojos me ciegan de tanto resplandor. Tus ojos son soles, el sol es el fuego, el fuego la luz, la luz resplandece.

Kara Thrace libera su cuerpo y lo deja caer en lo suave de su cama. Su mirada perdida, trata de enfocarse en la fotografía. Un espiral de colores. Dibujo recurrente de su infancia, capturado ya hace mucho tiempo en un trozo de papel, verlo ahora implica divergencias extrañas.

Se desnuda por completo, se despoja de cada prenda y pensamiento lentamente. Solamente se cobija parte de sus piernas y deja descubierto el lugar donde la espalda pierde su honesto nombre. Su cuerpo sigue caliente de tanta concentración, el agua no alcanzó a tocarla, se volvió nube y ahora llueve en todas partes.

De pronto me ve. Lo sé pues algo se remueve en su mirada, como mariposa sacudida de una flor, como una vibración en su retina, me mira y me sonríe. Después sigue concentrada en ese espiral; su cuerpo parece ingrávido, flotando en su cama, su leve sonrisa confirma mi presencia y no me deja entenderla. Se voltea con su mirada puesta en el cielo, ese cielo visible a través de la nave, de las literas, la mugre, las ratas y los cuerpos.

Caída. Comienzo a caer, como si mi observación me traicionara, me veo acercarme sin reproches, dando saltos cuánticos, mil horas divinas o segundos mortales trascurren asimétricamente. Junto a ella me doy cuenta que mi tiempo es su tiempo, mi mano empieza en su cadera y sus labios terminan en los míos.

miércoles, diciembre 05, 2012

El ciclo de Kara Thrace: Armonía del fuego


 
Música al ritmo de vals, sube y baja, como la marea,
sus cenizas giran en el viento, polvo y espuma provocando
la luz es transparente, confunde con su aura, evocando;
son ilusiones obscuras, mas encienden fuego y brea.

Regala un poco Kara, bésame lentamente con tu alma,
tu dulce lengua, va marcando la pauta rítmica y eleva,
sangre cylon, sabor sintético y vida eterna,
la muerte no teme, solamente espera.

Una y otra vez, cuando algo faltó no logró sentir la entrega, no alcanzó el orgasmo,  el alcohol no fue suficiente, la consciencia se crispó, un golpe fuerte sacudió el cerebro, el amor sin sabor a esperanza; faltó el temor. Mas la armonía perfecta, donde danzan las estrellas y se acaba el infinito comienza con una canción llamada Kara.

El amor. Palabra fuerte, llena de fuego que trasmuta el alma. Dios ¿estás ahí? Después de tantas horas dedicadas a ti, todavía no se llena ese hueco frío entre el corazón y el crisol. Sus pasos metálicos por el viejo corredor,  asciende sin titubear a la nada. Kara, ¿Cómo te trata tu saliva? ¿Cuántos besos necesitas entregar para salvarme?

He descubierto una verdad: Kara Thrace. Ella, solamente ella, con las llamas encendidas, creando música divina, me mostró el camino, sólo falta recorrerlo sin quemarme. Hablar de ella por eones, recostarme en su almohada y succionar su aroma. El ciclo se repite, como un espiral de caracol, como la Vía Láctea, unidos siempre, divinos.