jueves, agosto 30, 2012

Mexican Frenzy: Ataque aéreo


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Me había quedado dormido y Laura dormía a mi lado acurrucada en posición fetal. Yo yacía bocarriba, el cansancio me había vencido y me dormí sin acomodarme. Cuando abrí los ojos, de nuevo me saludó el techo de mal gusto. Todos los demás estaban despiertos.

— Sabemos que se trasmite rápidamente si hay intercambio de fluidos — dijo el dogo. — Ósea que si me cojo un zombie me transformo — se burló el Gera. — No seas mamón — continuó el dogo — pero sí, si tienes relaciones sexuales, deberías de transformarte en chinga por lo que hemos visto. Pero también puede ser que el virus sea aéreo. — Pero si es así todos nos vamos a transformar eventualmente — dijo el Mireles en voz baja, su buen humor, había desaparecido. — No — interrumpió el Mike — Yo creo que el Rudo tenía una herida abierta y le cayó sangre o algo, por eso se transformó. — Puede ser — consintió el dogo. El Mireles sonrió — Eso me haría un parote.

Era posible. El rasguño en sí no había transformado al Rudo, porque en un inicio no hubo intercambio de ningún fluido. — Otra opción es que sea algo mágico — las palabras salieron de mi subconsciente, sin que las pensara primero. — No mames — renegó el dogo — ¿Lo dices en serio?, — Sí ¿por qué no? — Reviré. —jajajajajajaja — se empezó a reír el Mike y él.  —Bueno, es una posibilidad, no sabemos nada ¿no?  — los interrumpió la Neni. — Gracias — le contesté.

— ¿Qué vamos a hacer ahora? — preguntó la Neni. — Yo digo que en honor al Rudo, vayamos a la azotea a buscar el helicóptero, ¿si se acuerdan ese vato estaba aferrado? — bromeó el Gera. — Chingado Gera — dijo el Mike con una sonrisa en su cara — Nunca dices nada en serio cabrón. — Hay que seguir con el plan del dogo — dije poniéndome de pie. — ¿Qué plan? — Me preguntó Laura. Le ayudé a incorporarse y le contesté: — Ir a buscar las llaves de un carro y salir de la torre, después, hay que huir de la ciudad y luego a las islas. — ¿Siguen con eso? — Liz estaba escéptica y nos veía a todos con mala cara, había perdido sus zapatos por lo que se veía de más baja estatura de lo normal, ya que siempre llevaba zapatos de tacón. A ella nunca le pareció buena idea ir a las islas, se le hacía fantasioso pensar en eso. Quizá tenía razón, muchos años mis amigos y yo fantaseamos sobre cómo escapar de un ataque de zombies, pero la realidad es que no se podía planear nada a largo plazo. La situación era desesperada y sólo se podía luchar por continuar con vida, sin esperar mucho del futuro — Con que salgamos del edificio, luego planeamos lo que siga — dije con voz firme.

Caí en cuenta de que no había silencio absoluto, extraños ruidos provenían del techo, como si se arrastrada alguien rápido y toscamente por los plafones cerca de donde estábamos nosotros. Ese maldito techo, desde hacía tiempo tenía un mal presentimiento acerca de él. Todos miraban hacia arriba, captaron que algo anormal estaba ocurriendo. — ¿Qué fue eso? — preguntó susurrando la Denis. — Shhh… — silenció el Gera, llevándose el índice a la boca. Se escuchaba más cerca, como un costal de harina siendo pateado. — No mames — dije. — ¿Es posible…? — Era una pregunta retórica. Con un ruido que nos hizo saltar a todos… se rompieron los plafones y cayeron cuatro muertos vivientes sobre nosotros escupiendo sangre. Esquivando hábilmente, todos escapamos a las esquinas de la gran habitación. Nuestros reflejos habían mejorado en el último día y medio de sufrimiento y terror.

En el centro, pude reconocer al zombie que se mostraba más agresivos de todos, se arrastraba en el suelo con un ahínco descomunal y lanzando mordidas a nuestros pies: era el Rudo.

martes, agosto 28, 2012

Mexican Frenzy: Desesperanza



—¡A la madre, qué chingón! — dijo el Mike con una sonrisa cuando nos asomamos por el plafón. Rápidamente él y el Mireles acercaron una mesa para que pudiéramos bajar. Ellos estaban en una sala de conferencia. Era más grande que la oficina en donde nos habíamos quedado nosotros, pero igual, no tenía ninguna ventana por la cual escapar. En el salón estaban: El Mike, La Neni, Liz y el Mireles. Cuando bajamos el Mireles dijo — ¿Y el morro de lentes? ¿El Rudo? — El dogo intentó contestarle, pero su voz salió temblorosa — El Rudo... — no era necesario terminar, el Mireles entendió y movió lentamente su cabeza.

—¿Qué pasó? — preguntó la Neni. — Se convirtió en zombie después de tantas horas, el rasguño de su pierna si lo contagió, no sabemos por qué — explicó el Dogo. La Neni abrió mucho los ojos y apretó el brazo del Mike con fuerza… — ¿Qué pedo, qué pasa? — Le pregunté. El Mike volteó a ver al Mireles, se veía tristeza en su cara, después me volteo a ver a mí y los demás, dejó su mirada fija en un punto de la pared… — ¿Qué? — interrumpió el Gera. — El Mike soltó la verdad de golpe: — Al Mireles lo rasguñó un zombie en el brazo.

Todos guardamos silencio. Mireles levantó la cabeza, tenía el rostro desencajado, quería hablar pero las palabras simplemente no podían surgir de su boca. El Gera se acercó y  puso su mano en su hombro — Tranquilo wey. Vamos a ver cómo evoluciona. — Sí — prosiguió el Mike — A lo mejor no siempre funciona igual esta infección rara o lo que sea. — Además, todavía falta que salgamos que de aquí y quizá haya gente trabajando en crear alguna vacuna — continué yo para animarlo. — ¡Mungs!, eso no sucede nunca, las vacunas jamás funcionan — remató el Mireles. — Ya cálmense — intervino Liz. — Espero que estés bien, no te preocupes, aquí vamos a estar contigo Mireles —todos asentimos en silencio.

Mireles se había desesperado un poco con los comentarios, pero después se relajó. Se sentó en una esquina con la mirada perdida. Sergio Mireles había contribuido mucho a que estuviéramos vivos y tan sólo pensar en que pudiera correr la misma suerte que el Rudo…

Me recosté en el piso meditando. Me pregunté en silencio, por primera vez, qué estaba pasando. ¿Sería una infección como decía el Mike? ¿Sería una maldición, una especie de magia de sangre o acaso obra de necromancia? ¿Por qué había ocurrido en ese momento? No había respuestas. Miré hacia arriba con atención: El techo no me podía decir nada. Sólo era un techo extraño, blanco con acabados plata, era feo y de mal gusto. — Bueno, si estamos cansados y estresados no vamos a lograr nada. — dijo Mireles con voz baja. Nadie contestó, pero el comentario fue tomado como propuesta. Todos se sentaron en el suelo en silencio, cada uno con un universo en su cabeza. Pude ver en sus miradas que se hacían las mismas preguntas que yo. Todos se veían devastados. Por primera vez sentí tristeza y ganas de llorar.

miércoles, agosto 22, 2012

Mexican Frenzy: Recuerdos



Fue un verano poco lluvioso en la ciudad de México. Nos reunimos varios amigos de Hermosillo y del DF para ir a un concierto, días después, en un bar la pesadilla comenzó. Lo que parecía una velada normal en la Condesa, terminó convirtiéndose en una catástrofe que nos fue arrastrando lentamente en la desesperación, la sangre y la muerte.

¡Zombies! Por todas partes, en la calle, en los techos, en los automóviles, en cualquier rincón la muerte había decido venir y cobrarse con los vivos. Emprendimos nuestra huida, no sin antes golpear y volver a matar muertos vivientes que nos asediaban buscando un trozo de nuestra carne. Hicimos planes para escapar de la ciudad más densamente poblada del mundo, pero las cosas salieron mal. Primero decidimos parar en un supermercado para conseguir provisiones y armas, fuimos atacados pero nadie resultó gravemente herido.

Cuando teníamos un plan, se volcó nuestra camioneta en la calle Reforma y no nos quedó más remedio de correr para sobrevivir. Con algunas armas rudimentarias nos volvimos expertos en matar  lo que ya se supone que debería de estar muerto. Tuvimos que correr con todas nuestras fuerzas, el cansancio era abrumador, pero la adrenalina nos mantuvo vivos. Logramos entrar a la torre mayor después de un gran esfuerzo. Diego heroicamente ayudó a Nacho, no obstante, antes de alcanzar refugio fue mordido en una pierna. Se convirtió y Liz tuvo que matarlo.

La acción traumatizante quedó bien grabada en nuestros corazones. Algunos rieron, otros callaron y después no volvimos a tocar el tema, pero no lo olvidamos, ninguno de nosotros pudó hacerlo. Entramos a la torre mayor y tuvimos por fin un momento de paz. Cuando parecía haber esperanza, Nacho desapareció misteriosamente, no sin antes cometer un descuido grave: dejar la puerta del edificio abierta de par en par.

Acorralados, escapamos y el grupo se dividió. Mi grupo se encerró en una oficina de la torre mayor, para evitar ser devorados.

En esa pequeña oficina, tuvimos otra gran pérdida. El Rudo, que había soportado la travesía con una pierna herida por un rasguño, finalmente se había transformado. Ninguno de nosotros sabe qué fue lo qué paso. ¿Por qué después de tantas horas el Rudo se había convertido en zombie? Sobrevivimos a su ataque, pero tampoco logramos matarlo nuevamente. Escapamos subiendo por los plafones de las oficinas y dejamos atrás a lo que fue un buen amigo. Después de movernos acalorados y cansados por el techo, encontramos al resto del grupo y nuevamente estamos todos juntos.

Mike, Neni, Mireles, Laura, Dogo, Liz, Gera y yo.

Llegó la hora de seguir y vencer a la muerte antes de que nos consuma…