domingo, octubre 10, 2004

Estoy rodeado de gente en un salón bastante amplio, con sus colores brillantes, perlas, alfombra roja, sombrillas multicolores, candelabros dorados con diamantina. Mi rostro es multiforme y tengo un antifaz para dar contorno a mis gestos. Se acerca mrs. Blue y me dice que tenga cuidado porque me la pueden quitar… la dama de amarillo danzando alrededor, sola, y los hombres no le quitan la mirada. Me acerco a ella cautelosamente y le tomo la mano enguantada, la abrazo fuertemente y danzamos, girando, girando, girando, estrellas, lunas, tornados, azulados, trastocados que… me envuelven y me pierdo en un beso lleno de saliva con olores de frambuesas.

Otro lugar diferente, todo cambió. Camino por la calle de la verdad… otra vez … y de pronto un cerco pequeño color negro terminado en punta de flecha me recuerda que, en otros tiempos ahí viví una infancia adolescente. Decido tocar y esperar a la chica de rosa. Sale y en efecto también me recuerda pero siempre hay un complicado sabor de molestia para ambos, una comezón entre la espalda, el cuello y el pasado. Platicamos largo rato y todo sigue igual que antes pero ahora con otros tonos y colores. Mejor no tocar el tema. Vámonos lejos de aquí para poder bailar a la luna y al sol, juntos en mi carro color cafesito. En el recuerdo tengo que dejarme caer para descubrir un nuevo sol, quizá esta vez ya no sea amarillo naranjado.

Otra vez mañana.