martes, enero 06, 2009

Kamasutra después de morir II

Inicio prematuro


Ese día estuvo todo el tiempo nublado. Las nubes se arremolinaban alrededor del sol y sólo pasaba una luz mortecina por mi ventana, única fuente de luz para leer los cálidos versos de John Keats.


***


Luego el día volvió a su naturalidad, salí temprano para pasar a visitar a Lorena y Oscar. Teníamos planeando todo el año la fiesta de graduación. Oscar y yo éramos los organizadores principales, ya teníamos todo preparado, sólo faltaba arreglar unos detalles. Ahí me encontré con la hermosa y delicada Luisa.


“Hola amor, que sorpresa” le dije, y ella sonrió levemente. Algo le pasaba. Pero no quise tratar de adivinarlo, mi novia era la mejor amiga de Lorena y estaba bien si quería hablar con ella, yo tenía que arreglar primero todo con Oscar, más noche, arreglaría mi problema con Luisa. “A ver Oscarin, ¿ya confirmaste con el grupo que va tocar en la fiesta?” Oscar sonrió: “así es Morris, tenemos todo listo, y si quieres ven para enseñarte lo que tengo en el carro”. Salimos a su jardín y me enseño toda la cajuela llena de diferentes licores: vino, tequila, vodka, whisky y mucha cerveza. “Muy bien Oscar, muy bien, va estar bien buena la fiesta” Oscar que continuaba sonriendo de pronto cambió su expresión “Oye wey, tienes que hablar con Luisa, no sé que trae ahí con mi vieja, pero anda medio tristona” “Si, no hay pedo” contesté, pero pensé que podía arreglarlo más tarde.


Después de la visita a Oscar, tenía que pasar a confirmar que las decoraciones a la escuela estuvieran en su sitio. Todo estaba listo, ya estaban instalando el escenario para el grupo, acomodando las mesas, los manteles, etc. Suspiré. Apenas eran las 12 del día y ya estaba cansado. De pronto noté que una de las mesas estaba inclinada. Intenté acomodarla pero no podía, al parecer, el problema era una tabla de la duela del gimnasio que estaba floja, moví la mesa e intenté acomodarla cuando noté que había algo debajo de la tabla. La levante lentamente y encontré un pequeño libro empolvado con símbolos extraños en su cara superior, en el centro había una gema obscura como ópalo o una piedra de oxidiana. Inmediatamente atrapó mi interés, tome el libro baje la madera que esta vez sí quedó bien puesta, coloqué la mesa en su lugar y me dirigí a mi casa.


El libro era muy antiguo, su escritura era en letra europea normal, pero el idioma era desconocido para mí. Algunas páginas tenían imágenes de cadáveres, otras tenían imágenes de demonios, es decir, el típico cliché de un libro de magia negra o necromancia. Lo hojeé y me di cuenta que en medio del libro había una especia de carta abultada, la abrí y venían traducciones e indicaciones de todas las hojas de todo el libro. Aparentemente alguien se había dado a la labor de traducirlo, sonríe, todo esto era absurdo e interesante.


Una hoja llamó mi atención “Pacto de inmortalidad con el Necrominón”. Sonreí nuevamente ¿inmortalidad? “veamos” dije en voz alta. “Trace un circulo en la tierra y marqué dos estrellas invertidas”, “corté hojas de arbusto amarillo” (mi mamá tenía uno afortunadamente), “muerda con todas sus fuerzas hasta que sangre y escupa en el suelo” lo hice, después, tuve que pronunciar unas palabras que estaban en la página 13, párrafo 2 en voz alta. Nada paso. “Obviamente” dije en voz alta, leí las últimas palabras del “pacto”: “este pacto le dará poder absoluto, pero tendrá consecuencias y tendrá que obedecer siempre al Necrominón”. Me metí a bañar y guardé el libro bajo mi cama, tenía que estar listo para la fiesta.


***


“¿Qué pasa Luisa? Has estado seria toda la noche”. “Nada”, fue su respuesta. La fiesta iba más o menos bien, no era lo que pensaba. Siempre Luisa y yo nos divertíamos muchísimo, pero está vez era diferente. La banda de música no llegaba y ya eran las 10:30 de la noche. Oscar y Lorena se reían y eran felices, lo que me causaba cierta envidia. “¿Me vas a decir que tienes o qué?” sentencié a Luisa, ella me miró fijamente y vi como el coraje comenzó a subir hasta frente y me dijo en un tono de voz más alta “Si, tu nunca tienes tiempo para, siempre estás ocupado siendo presidente de todo en la escuela, la sociedad de alumnos, el club de ajedrez, el beisbol, etc. ¿Cuándo vas a tener tiempo para mí?” “Ahorita” respondí. Estaba furiosa y me dijo “la verdad, ya no quiero estar contigo”. Le dije “como quieras” y me levanté del asiento, me dirigí a la barra de bebidas y comencé a tomarme “shots” de tequila.


“¿Qué pasó?” me dijo Oscar. “Creo que terminé con Luisa” “¿por qué?”, me tomé otro shot y le dije “dice que no tengo tiempo para ella”. Oscar palmeó mi espalda y se regreso con Lorena. Cuando pasaron varias horas volví a mirar hacia donde estaba Luisa y estaba sonriendo con Victor, mi peor enemigo político, social, etc. Una rabia se apoderó de mí, me lancé sobre Victor y acerté un golpe justo en su nariz, se la quebré al instante y chorros de sangre brotaron, Victor estaba inconsciente en el piso, Luisa gritaba como loca, Oscar me intentaba detener y de pronto capté que alguien gritaba “llamen a una ambulancia”.


Escapé del lugar. Conduje con gran velocidad, todavía lleno de rabia y cegado por el alcohol, cuando de pronto sentí el impacto, había chocado frente a frente con otro carro y salí volando por el vidrió, rodee por el suelo lejos de la calle y caí rondando aún más a un lado del camino, había caído en el bosque donde nadie me encontraría rápidamente. Sentí un dolor inmenso, varios de mis huesos estaban rotos, sentí sangre inundando mis pulmones, mis ojos tenían visión roja, sentí ganas de vomitar y sólo pude escupir sangre. Moría, lentamente el dolor se iba disipando y mi visión se nubló. Había muerto.


***


De pronto una bocanada de aire. En mis oídos retumbó una voz “levántate mi general”, los huesos rotos se comenzaron a mover dentro de mí, el dolor era inmenso, sentí como mis pulmones se inflaban y salió toda la sangre por mi nariz y boca de un golpe y a presión. Me puse tembloroso de pie, rodeado de mi sangre, con dolores que se iban moviendo por mi cuerpo, acomodándose lentamente en diferentes lugares y luego reduciéndose. Todo había comenzado.