martes, abril 28, 2015

Desierto, día y noche

Un fuego, un fuego solo, un sólo fuego
un fuego como río atravesado
y desierto atesorado;
la danza de unos de tus cielos
que no testiguan nunca
la flama de mi acto;
una mano roja, una espalda que adormece
como la sombra curva que desciende
cuando toca la cima de la aurora;
unas piernas, fuentes del clamor;
unos muslos entre sombras que se rosan
en mi tacto rojo por la tarde;
un pecho que me atrapa
y transforma las luces;
un sueño, sólo un sueño,
unos labios tan sólo,
unas palabras mansas que trascienden

como alma sepultada por la arena...

Dedicado y basado en Octavio Paz