Un fuego,
un fuego solo, un sólo fuego
un fuego
como río atravesado
y desierto atesorado;
la danza de
unos de tus cielos
que no testiguan
nunca
la flama de
mi acto;
una mano
roja, una espalda que adormece
como la
sombra curva que desciende
cuando toca
la cima de la aurora;
unas
piernas, fuentes del clamor;
unos muslos
entre sombras que se rosan
en mi tacto
rojo por la tarde;
un pecho
que me atrapa
y transforma
las luces;
un sueño,
sólo un sueño,
unos labios
tan sólo,
unas
palabras mansas que trascienden
como alma sepultada
por la arena...
Dedicado y basado en Octavio Paz