sábado, abril 15, 2006

Inclinación

No había opción. Resbalaba poco a poco entre la suavidad, arañando la superficie hasta dejarla áspera y rocosa. Afuera, lejos de la suave protección que me brindaba la semiesfera, escuchaba voces que nada tenían que ver con lo real. Tenían otro tipo de problemas pertenecientes a otro universo, mientras yo me concentraba por pensar en las campañas que había hecho Atila, donde tuvo que sufrir problemas similares al mío.

No faltaba tanto para que el sol saliera y terminara mi martirio. Sin embargo seguía pensando y observaba el techo esférico que me separaba de la luna y sus estrellas, aunque estaba seguro que no podría verlas, aunque pudiera estar yo en el exterior, porque recordaba que el ultimo destello que tuve del cielo, grandes nubarrones ocupaban lo que debería ser el firmamento.

Finalmente pude cerrar los ojos un momento, a pesar de los sonidos misteriosos provenientes del exterior y del retumbar de la lucha entre las olas y las rocas. Cuando desperté, empacamos la casa de campaña, y nos fuimos de la terrible pesadilla de dormir en una montaña junto al mar, rodeado de desconocidos.

1 comentario:

Divagante dijo...

Me gusta lo que escribes y como lo escribes :)