Sin embargo respiro. Después de salir a la intemperie, donde el frío se me cuela hasta los huesos, recuerdo como me quejaba del calor nocturno y me destapaba molesto por estar sudando. Ahora camino por la avenida empedrada que va a la escuela, alrededor todo es verde, el clásico paisaje que imaginaba para relajarme, ahora me resulta insulso.
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