¿Recuerdan las últimas dos elecciones a gobernador de Sonora? ¿Alguna vez escucharon propuestas radicalmente diferentes entre los candidatos del PRI y del PAN? Ahora, ¿diferencias en propuestas entre el PRD y el PRI en Oaxaca? Ninguna. ¿Cuál es la causa? Qué en la actualidad los Estados tiene poco que decir, tienen poco que proponer, porque el presupuesto con el que cuentan, depende casi, enteramente, de la federación.
Nunca escucharemos a los candidatos hablar de impuestos, de gasto público, de protección para cierta industria, de fomento a otra, de ayuda al campo, de mejorar el sistema educativo. Las propuestas suenan poco sustanciosas cuando oímos “promover inversiones” o “promover el empleo”. Porqué en realidad es lo único que los Estados pueden hacer “promover” y cabildear cosas con la federación para obtener recursos.
Suena bastante ilógico. Todo planeado desde el Distrito Federal. Cada peso que se usa para apoyar a los agricultores o para fomentar el crecimiento de la tecnología. ¿Realmente conocen la situación de todo el país? Dudoso. Sin embargo, no es sólo eso. El gobierno federal es el encargado de cobrar el grueso de los impuestos: el IVA y el ISR.
La percepción es que el gobierno de México, cómo centralizado, dejando a la autoridad central el poder de ejercer el gasto y de cobrar los impuestos. Todo es culpa del centralismo y los Estados no pueden hacer nada. Esta visión, está incompleta. Los Estados se rehúsan a tomar el control de sus ingresos y cobrar los impuestos por ellos mismos. El sistema actual es cómodo, sólo se esperan a recibir y cabildear presupuesto federal, sin incurrir en el costo político que conlleva elevar impuestos si es necesario.
La situación es perjudicial. Si los Estados cobraran sus propios impuestos, podrían captar recursos necesarios para desarrollarse por sí mismos. Al mismo tiempo, impuestos regionales permiten mayores captaciones en regiones más ricas y mayor distribución en regiones más pobres. Si el gobierno federal se deslindara de obtener recursos para todo el país, bastaría con cobrar un impuesto base de digamos 5% en IVA. Mientras que cada Estado tendría la facultad de elevar sus impuestos lo que sea adecuado para la realidad socioeconómica de su región.
Por ejemplo, un Estado muy desigual, podría tener impuestos progresivos, uno rico, podría elevar impuestos en medicinas y alimentos, uno muy pobre, elevarla en otros bienes, etc. Un Estado con herencia cultural prehispánica, puede destinar parte del gasto a la preservación de su patrimonio, y no depender del INAH. Un estado predominantemente industrial, podría crear su propia política para fomentar el desarrollo de su industria, vía reducción de impuestos, tanto a sus insumos, como a los productos intermedios.
Finalmente, quienes conocen mejor la situación y tienen propuestas más factibles para mejorar, son los que viven ahí.
Cuando se habla de reforma fiscal, nadie se le ocurre proponer un escenario de verdadero federalismo fiscal, a pesar de ser algo natural de una verdadera república. ¿Será México capaz de dejar de lado el centralismo heredado desde los tiempos coloniales? ¿Serán los Estados conscientes para aceptar el costo político y luchar por obtener sus propios ingresos? Por el bien de todos, espero que sí.
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