Caminando me encontré con fresas que obstruían mi paso. Las pisé y formé un largo río rojo que bajó por las montañas hasta a ciudad. Por el río, plantas crecieron y poblaron la ciudad con faunas fantásticas y sorprendentes, poco a poco, vencieron el concreto y se podía respirar el aire dulce de las nuevas plantas, del río de fresa y humanos con orejas de conejo.
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