sábado, enero 03, 2004

Aun tengo el sabor de sus labios en mi boca. Nunca había deseando tanto tiempo una boca y, a pesar de tenerla, seguirla deseando cada vez con mayor intensidad que la primera vez. Es como una droga, me hice adicto, tanto psicológicamente como físicamente y lo peor del caso es que tiene la propiedad de la tolerancia, es decir, cada vez necesito dosis más fuertes para que satisfacer mi terrible hambre.
Sus efectos son de lo más relajante, acelera mi ritmo cardiaco, hierve mi sangre, desaparece todos los pensamientos, me ilumino por dentro, retomo fuerza y solo me queda su imagen.
Quisiera tener esa boca siempre, y volver a nacer dentro de ella quizá como un diente o mejor aún, como su lengua, así alcanzaría el mismísimo edén. En fin vivir en su boca me parece una muy buena opción, donde puedo pasar varias vidas indefinidas, 2 eternidades concisas o 1000 veces el respiro del universo.

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