lunes, marzo 29, 2004
En el horizonte apenas se distingue la luna bajando. Esta a punto de tocar las tierras nevadas con su grandeza. Se puede escuchar entre las sombras los aullidos de los lobos blancos. Entre la nieve asoma la cabeza una pequeña criatura nocturna. Las montañas nevadas, solitarias y llenas de misticismo. En otros tiempos una gran ciudad posó entre ellas, una ciudad de grandeza y de conocimiento. Solo nos queda un vestigio de la grandeza tecnológica. Un imperio del pasado, destruido por motivos inciertos. Quizá su misma grandeza se sobrepasó a si misma. Su tecnología, sugiere tanta delicadeza y profesa, que se confunden como dioses ante los demás pueblos miserables e ignorantes de la tierra…
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