Un rectángulo de piedra sólida color gris, azul, verde y blanco. Se encuentra en medio de un bosque verde frondoso y lleno de vida. Dentro nace la esperanza. Las ventanas son la única dotación de luz que se permite penetrar.
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Hari Seldon se preguntó si todo lo que estaba haciendo valdría la pena. “La humanidad” ese conjunto abstracto de seres, ¿podría realmente comprenderlos? Y pensar que él los agrupaba y solo eran números y variables con signos antiguos. Sin embargo valdría la pena, eso era lo que se decía para consolarse.
Estaba dando su propia vida a ese proyecto que salvaría a la humanidad, ¿pero todo para que? Si él mismo no podría disfrutarlo, y posiblemente futuras generaciones no tendrían esa misma visión que él. ¿Puede un hombre cambiar el curso de la galaxia?
Hubiera sido más feliz si nunca hubiera llegado a Trántor. Una vida normal, con una mujer, con varios hijos, todo muy convencional, sin embargo había elegido el otro camino. ¿Es acaso más importante trascender? Definitivamente – se decía Hari Seldon – Sí.
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