Ayer fui a ver la obra de teatro Tartufo de Molière, interpretado por alumnos de teatro de la UNISON. Fui invitado por mi amiga Frisby porque ella diseñó la escenografía y tenía pases de cortesía. Por cierto su trabajo no me gustó en este contexto, ya que ella hizo un diseño minimalista, mientras que los muebles y el vestuario, imitaban burdamente el estilo barroco de la época de Molière. El resultado fue un contraste grotesco.
Los actores estuvieron regularmente mal. Había dos pésimos actores que de repente dejaban escapar palabras en un tono bastante sonorense, tenían mala dicción y su lenguaje corporal dejaba mucho que desear. En varias ocasiones perdí el interés en la obra y ganaba más mi intención observar los bostezos de mi novia. Sin embargo hubo dos buenos actores en la obra: Tartufo y Elmira.
La chica que interpreto a Elmira lo hizo bastante bien, actuó al personaje con mucha naturalidad. Quizá el único detalle que no me gustó fue que utilizaba como recursos muchos clichés. Tartufo fue el mejor de todos, actuó de manera original, con actitud inocente y santurrona, y una pizca cómica, que lograba que sintieras un odio simpático por él.
Originalmente la obra de Molière es para recordarle a la sociedad de su época que no se debe confiar en las personas por lo que profesan, si no que hay que conocerlas más a profundidad antes de emitir un juicio. También lleva implícito un fenómeno social muy característico del siglo XVII que prevalece en nuestra época: la santurronería. El director de la UNISON puso este punto como epicentro de la obra, cambiando del sentido elegantemente implícito de Molière por una promoción fuertemente explicita en contra de las personas que falsamente profesan pureza y rectitud.
Vayan a verla. Aunque los actores puedan llegar a aburrirlos, vale la pena ver a Tartufo, la historia es interesante, y siempre es maravilloso escuchar algo de música de Handel.
Los actores estuvieron regularmente mal. Había dos pésimos actores que de repente dejaban escapar palabras en un tono bastante sonorense, tenían mala dicción y su lenguaje corporal dejaba mucho que desear. En varias ocasiones perdí el interés en la obra y ganaba más mi intención observar los bostezos de mi novia. Sin embargo hubo dos buenos actores en la obra: Tartufo y Elmira.
La chica que interpreto a Elmira lo hizo bastante bien, actuó al personaje con mucha naturalidad. Quizá el único detalle que no me gustó fue que utilizaba como recursos muchos clichés. Tartufo fue el mejor de todos, actuó de manera original, con actitud inocente y santurrona, y una pizca cómica, que lograba que sintieras un odio simpático por él.
Originalmente la obra de Molière es para recordarle a la sociedad de su época que no se debe confiar en las personas por lo que profesan, si no que hay que conocerlas más a profundidad antes de emitir un juicio. También lleva implícito un fenómeno social muy característico del siglo XVII que prevalece en nuestra época: la santurronería. El director de la UNISON puso este punto como epicentro de la obra, cambiando del sentido elegantemente implícito de Molière por una promoción fuertemente explicita en contra de las personas que falsamente profesan pureza y rectitud.
Vayan a verla. Aunque los actores puedan llegar a aburrirlos, vale la pena ver a Tartufo, la historia es interesante, y siempre es maravilloso escuchar algo de música de Handel.
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