Ayer andaba en el colegio peleándome con el maldito poli de la entrada porque no me dejaba pasar (perdí mi credencial hace 2 días). Terminé amenazándolo y diciéndole que lo iba a reportar con mi coordinador académico y ya me dejo entrar, pero estaba bien enojado, así que antes de ponerme a estudiar decidí comenzar a merodear por la biblioteca. Normalmente los economistas de mi generación estudiamos en el tercer piso (para abajo, no para arriba), aunque en realidad deberíamos de estudiar en el segundo, porque el segundo piso de la biblioteca es de economía, en cambio el tercer piso es de historia.
En todo caso estaba en el tercer piso viendo quien ya se había puesto a estudiar micro y, como seguía enojado y harto de estudiar, continué merodeando por la biblioteca, pasando entre los estantes de libros que están en idiomas asiáticos, y de repente escuche una conversación en un idioma extraño que creí identificar como japonés. Di la vuelta al estante y estaban dos nenas japonesas hablando entre ellas en su dialecto raro. En cuanto entre en su campo visual las dos se quedaron calladas viendo y yo me quedé parado como tonto, y una de ellas me dijo “hola” y como reflejo condicionado también contesté lo mismo. Las dos estaban sorprendidas y sonrientes, e intercambiaron unas frases en japonés. Y me dijeron que si que hacia ahí, y les dije que solo estaba perdiendo tiempo porque no quería estudiar. Total que me empezaron a sacar plática, pero todo era bien tétrico porque todo estaba bien obscuro (en la biblioteca del colmex las luces se apagan para ahorra energía y si quieres un libro tienes que aplastar un botoncito en el estante donde buscas el libro). Total que les dije que era del norte y se emocionaron porque dijeron que era vaquero (ajá yo soy vaquero), también me enteré que eran de Kyoto, una ciudad bien antigua de Japón, donde dicen ellas, en un tiempo fue la capital del imperio japonés y demás.
Después de 20 minutos de platica en la oscuridad (lo más curioso era que nadie pasaba por los pasillos), me dijeron que ya se tenían que ir. Y yo: simón mucho gusto, pero no me dijeron como se llaman. Y una me dijo que se llamaba Nitsuko y la otra se llamaba Yui. Y ya, les dije que yo me llamaba Luis, y que me emocionaba conocerlas y demás. Y cuando se iban yendo, se me acercaron un chorro, tanto que podía oler su perfume japonés (olia como a bubblegum) y las dos me dieron un beso en cada mejilla, pero no fue un beso rápido como cuando saludamos a alguien aquí, si no lento y suave… y me quedé como tonto, así súper relajado, en shock, traumado… esperen es que no dije que las dos eran muy cutes… cuando capte lo que había pasado ya se habían ido.
Salí todo emocionado de los pasillos de la biblioteca, danto saltitos como Heidi cuando anda brincando en la montaña, y mis amigos me vieron y me dicen: ¿que te pasa? Pero no les contesté nada, no estaba seguro de que hubiera pasado todo eso realmente. Después de todo tanta presión a lo mejor me había hecho alucinar.
Ahora siempre que voy a la biblioteca, paso por esos pasillos de libros asiáticos, pero ya no he vuelto a ver a Nitsuko y a Yui. Espero que hayan salido de vacaciones y no haya sido producto de mi imaginación.
sábado, agosto 12, 2006
Japonesas rockeras
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Ya casi termino nagas III :)
yo creo que (c) por el msn jajaja
y yeii nagas III ya! :)
en realidad esto es un cuento no real...
ajaajajaja real o no real.. me dio risa imaginarte dando brinquitos como Heidi.. ajajaa :D saludos buddy!! :)
Publicar un comentario