jueves, diciembre 04, 2003

La pasión por la sangre
Una nube gris, una pared también gris, en una sombría y larga habitación, similar a una galería. Hay cuadros que proyectan una luz amarillenta, una luz ruidosa, estruendosa, llena de vivacidad opaca, amarilla y cegadora. Las paredes en sus ángulos de unión verifican la verdad obtusa, la verdad resbaladiza, suave, líquida y contagiosa. La llamada a tocarla hace más corta la alternancia del ruido producido por la luz, entonces he sendito. Mi mano esta llena de ese liquido rojo escarlata, y el deseo se hace más grande. Lo saboreo, me da placer infinito, con una hoja de afilado tino hago trazos en las paredes. Lloran, gimen y después ya no dicen nada. El silencio mortal me da un suspiro, me alivia el alma, fragua todos mis sentidos en uno solo: la pasión de la sangre.

No hay comentarios.: