Todo comenzó una tarde de octubre, el cielo era gris y la lluvia caía sin tregua. Marlene estaba mirando por la ventana como resbalaban las gotas de lluvia. Su madre había ido a la tienda a comprar los ingredientes necesarios para preparar la cena; ese 31 de octubre se celebraba el aniversario de bodas de sus padres. También era Halloween, pero Marlene sabía que no podría ir a pedir dulces ni festejar, sus papás no se lo permitían nunca.
Ella recordaba perfectamente la primera vez que se le ocurrió desobedecerlos y salió con su mejor amiga Marina, sus papás (que eran cristianos) se molestaron mucho con ella por haberlos desobedecido y por haber practicado un acto que iba en contra de lo que “ellos siempre le habían enseñado”. La verdad es que Marlene nunca había entendido la actitud de sus padres y siempre le había costado mucho aceptar las cosas simplemente por fe.
Recordaba claramente aquella vez, hacia unos dos años en que decidió ir con Marina a pedir dulces. Marina había llegado a su casa vestida de bruja y le dijo: -Vamos Marlene, tus padres no están en casa, diremos que fuimos a mi casa, - Pero cuando regrese van a ver que estoy disfrazada – contesto Marlene ansiosa, pero con la esperanza de que Marina arreglara todo (como siempre solía ocurrir). – Deja de preocuparte, te quitas el disfraz en mi casa – contestó Marina – Pero no tengo disfraz – dijo Marlene casi suspirando. Marina sonrió de oreja a oreja: - Por eso tú no te preocupes – dijo mientras abría su mochila y sacaba un disfraz: - ¡Taraaa! ¡Es un disfraz de Merlín!, bueno tu serás Merlina. Marlene se rió a carcajadas feliz y comenzó a vestirse.
Cuando termino se miró en el espejo. Una chica con cabello rubio y ojos color esmeralda le sonrío, tenía un sombrero azul en forma de cono, aunque tenía la punta doblada, lleno de estrellas plateadas. También llevaba puesta una túnica del mismo color y con las mismas estrellas, y en la espalda llevaba un báculo. – Te ves hermosa amiga, eres la maga más guapa que conozco. Marlene sonrió aún más, sabía que si se veía muy bonita, pero su modestia se impuso: - Basta Marina, no exageres, pero gracias.
Ambas salieron de su casa emocionadas y fueron a casa de Marina. Marina vivía en una colonia privada y sería más fácil pedir dulces ahí con los niños, aunque Marlene y Marina no eran tan pequeñas. Cuando llegaron a la privada se encontraron con los niños que no pusieron ningún reparo en que ellas los acompañaran a pedir dulces a todas las casas. Todos los niños llamaban Merlina a Marlene, Marina le comentó: - Ese debería de ser tu nuevo apodo, de ahora en adelante te voy a decir Merlina ¿Qué tal? Marlene se rió: - Nooo, ¿cómo me vas a decir así? que pena, no me digas así. Marina le contesto: - No me importa Merlina, así te llamas de ahora en adelante – y ambas comenzaron a reír como locas. Marlene nunca se la había pasado tan bien, además el apodo de Merlina en realidad si le gustaba.
Cuando terminaron de pedir dulces habían recolectado alrededor de 1 kilo cada una, lo cual era más de lo que Marlene hubiera tenido jamás. Entraron a la casa de Marina y ésta se conectó a Internet, mientras Marlene miraba el techo del cuarto de Marina, el cual estaba lleno de estrellas fosforescentes: - ¡que divertido fue!, tengo muchos dulces y me encanta estar disfrazada. Marina estaba distraída y no escuchó el comentario, pero le dijo: - Me acabo de enterar que hay una fiesta de disfraces de los chicos de la escuela, ¿Qué tal? ¿Vamos? Marlene dudó: - No sé, tengo que ir a mi casa, recuerda que hoy es la maldita cena de todos los años. – Ah es verdad… pero podemos ir un rato solamente y luego yo te puedo acompañar a la cena de tus papás. – No, ve tú a la fiesta Marina. – No me aburría mucho, si no vas tú, yo no voy a ir. – Esta bien, vamos solo un rato – Yeiii – festejó Marina.
Así, ambas iban caminando por la calle cuando algo inesperado pasó. Los papás de Marlene iban por el mismo camino y la vieron caminando con Marina por la calle, el problema es que el padre de Marlene iba distraído y alcanzó a frenar a tiempo para no atropellar a las dos chicas. Cuando el papá de Marlene se bajo del carro a preguntarles si estaban bien, descubrió que era su hija la que iba disfrazada de Merlina.
Obviamente los papás de Marlene estaban histéricos e indignados, la regañaron fuertemente frente a su amiga Marina, la cual prefirió irse. Se la llevaron a su casa, le ordenaron que se quitara el disfraz y le prohibieron salir de su casa un mes. Marlene lloró mucho esa noche, hasta que recibió una llamada telefónica de Marina: - Marlene, ¿cómo estás pequeña? ¿Estás llorando? – Marlene sintió la primera un sabor dulce de alegría en su corazón desde que había estado contemplando las estrellas del techo del cuarto de Marina: - ¡Marinaaaaa! No voy a poder salir en un mes, es muy injusto, se enojan conmigo porque soy feliz ¿porqué me tocó esta vida? – Marina guardó silencio mientras Marlene se desahogaba y después le dijo: - No te preocupes Merlina, todo esta bien. Yo voy a ir a visitarte todos los días que estés castigada, nos la podemos pasar muy bien juntas, podemos ver películas, comer, etc. – Marlene sintió un gran alivio y cariño por su amiga: - te quiero mucho Marina – Marina contestó inmediatamente: - yo también te quiero Merlina. Ambas sonrieron a la bocina del teléfono sin poder verse, pero imaginándose la una a la otra.
Ella recordaba perfectamente la primera vez que se le ocurrió desobedecerlos y salió con su mejor amiga Marina, sus papás (que eran cristianos) se molestaron mucho con ella por haberlos desobedecido y por haber practicado un acto que iba en contra de lo que “ellos siempre le habían enseñado”. La verdad es que Marlene nunca había entendido la actitud de sus padres y siempre le había costado mucho aceptar las cosas simplemente por fe.
Recordaba claramente aquella vez, hacia unos dos años en que decidió ir con Marina a pedir dulces. Marina había llegado a su casa vestida de bruja y le dijo: -Vamos Marlene, tus padres no están en casa, diremos que fuimos a mi casa, - Pero cuando regrese van a ver que estoy disfrazada – contesto Marlene ansiosa, pero con la esperanza de que Marina arreglara todo (como siempre solía ocurrir). – Deja de preocuparte, te quitas el disfraz en mi casa – contestó Marina – Pero no tengo disfraz – dijo Marlene casi suspirando. Marina sonrió de oreja a oreja: - Por eso tú no te preocupes – dijo mientras abría su mochila y sacaba un disfraz: - ¡Taraaa! ¡Es un disfraz de Merlín!, bueno tu serás Merlina. Marlene se rió a carcajadas feliz y comenzó a vestirse.
Cuando termino se miró en el espejo. Una chica con cabello rubio y ojos color esmeralda le sonrío, tenía un sombrero azul en forma de cono, aunque tenía la punta doblada, lleno de estrellas plateadas. También llevaba puesta una túnica del mismo color y con las mismas estrellas, y en la espalda llevaba un báculo. – Te ves hermosa amiga, eres la maga más guapa que conozco. Marlene sonrió aún más, sabía que si se veía muy bonita, pero su modestia se impuso: - Basta Marina, no exageres, pero gracias.
Ambas salieron de su casa emocionadas y fueron a casa de Marina. Marina vivía en una colonia privada y sería más fácil pedir dulces ahí con los niños, aunque Marlene y Marina no eran tan pequeñas. Cuando llegaron a la privada se encontraron con los niños que no pusieron ningún reparo en que ellas los acompañaran a pedir dulces a todas las casas. Todos los niños llamaban Merlina a Marlene, Marina le comentó: - Ese debería de ser tu nuevo apodo, de ahora en adelante te voy a decir Merlina ¿Qué tal? Marlene se rió: - Nooo, ¿cómo me vas a decir así? que pena, no me digas así. Marina le contesto: - No me importa Merlina, así te llamas de ahora en adelante – y ambas comenzaron a reír como locas. Marlene nunca se la había pasado tan bien, además el apodo de Merlina en realidad si le gustaba.
Cuando terminaron de pedir dulces habían recolectado alrededor de 1 kilo cada una, lo cual era más de lo que Marlene hubiera tenido jamás. Entraron a la casa de Marina y ésta se conectó a Internet, mientras Marlene miraba el techo del cuarto de Marina, el cual estaba lleno de estrellas fosforescentes: - ¡que divertido fue!, tengo muchos dulces y me encanta estar disfrazada. Marina estaba distraída y no escuchó el comentario, pero le dijo: - Me acabo de enterar que hay una fiesta de disfraces de los chicos de la escuela, ¿Qué tal? ¿Vamos? Marlene dudó: - No sé, tengo que ir a mi casa, recuerda que hoy es la maldita cena de todos los años. – Ah es verdad… pero podemos ir un rato solamente y luego yo te puedo acompañar a la cena de tus papás. – No, ve tú a la fiesta Marina. – No me aburría mucho, si no vas tú, yo no voy a ir. – Esta bien, vamos solo un rato – Yeiii – festejó Marina.
Así, ambas iban caminando por la calle cuando algo inesperado pasó. Los papás de Marlene iban por el mismo camino y la vieron caminando con Marina por la calle, el problema es que el padre de Marlene iba distraído y alcanzó a frenar a tiempo para no atropellar a las dos chicas. Cuando el papá de Marlene se bajo del carro a preguntarles si estaban bien, descubrió que era su hija la que iba disfrazada de Merlina.
Obviamente los papás de Marlene estaban histéricos e indignados, la regañaron fuertemente frente a su amiga Marina, la cual prefirió irse. Se la llevaron a su casa, le ordenaron que se quitara el disfraz y le prohibieron salir de su casa un mes. Marlene lloró mucho esa noche, hasta que recibió una llamada telefónica de Marina: - Marlene, ¿cómo estás pequeña? ¿Estás llorando? – Marlene sintió la primera un sabor dulce de alegría en su corazón desde que había estado contemplando las estrellas del techo del cuarto de Marina: - ¡Marinaaaaa! No voy a poder salir en un mes, es muy injusto, se enojan conmigo porque soy feliz ¿porqué me tocó esta vida? – Marina guardó silencio mientras Marlene se desahogaba y después le dijo: - No te preocupes Merlina, todo esta bien. Yo voy a ir a visitarte todos los días que estés castigada, nos la podemos pasar muy bien juntas, podemos ver películas, comer, etc. – Marlene sintió un gran alivio y cariño por su amiga: - te quiero mucho Marina – Marina contestó inmediatamente: - yo también te quiero Merlina. Ambas sonrieron a la bocina del teléfono sin poder verse, pero imaginándose la una a la otra.
2 comentarios:
hace rato que no merodeaba por tu blog y entre esperando encontrar Nagas IV y me encuentro esto, que esta muy padre por cierto
gracias lucy!
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