jueves, agosto 04, 2011

Sexo, socialismo y robótica

El brevísimo cuento que les comparto es muy viejo. Lo escribí el 12 de marzo de 2005, cuando aún vivía en la ciudad del sol, lleno de esperanzas sobre el futuro alentador. En esas fechas iba terminando de estudiar la licenciatura. Aún era idealista y soñador, estaba situado en una línea que cambiaría mi vida. Decidí reescribirlo tal cual el original.

Ya han pasado 6 años y el mundo giró.

Salud, mi buen rojillo.

***

Marcos Farad miraba por la ventana del edificio. Los carros último modelo circulaban por toda la ciudad produciendo un efecto hipnotizante. Desde la revolución robótica, todos tenían tanto tiempo de sobra para pensar y filosofar. Mark, como lo llamaban sus amigos, ya había publicado dos libros sobre filosofía y sólo tenía 24 años de edad.

Volvió su mirada a la cama y observo el pezón de su amada Bliss. El sexo esa noche había sido muy apasionado, quedó completamente rendido y sentía un ligero dolor de cabeza. Se quedó mirándola: curvas perfectas, ojos rasgados, cabello negro profundo y tez blanca como la nieve. Mark se sintió triste de no poder ver sus ojos verdes.

Volvió a mirar por la ventana del vigésimo tercer piso. El mundo había dado un gran salto, justo como cambió a al capitalismo después de la primera revolución industrial del siglo XIX. ¿Quién iba a pensar que el avance tecnológico que una vez desembocó en una economía de mercado e individualista, ahora era la causa de todo lo contrario? un socialismo absoluto.

Cuando el último hombre fue remplazado en la fábrica, desaparecieron los compradores y los incentivos. El producto se tuvo que empezar a repartir en partes iguales. Los hombres ya no eran dueños de su producción, el obrero había sido remplazado por un robot. Suspiró profundamente. La vida era muy fácil ahora, sin embargo, se sentía vacío.

Marcos Farad miró una vez más por la ventana hacia la enorme ciudad bajo el cuidado robótico y no se pudo responder si estaba vivo.

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