miércoles, diciembre 05, 2012

El ciclo de Kara Thrace: Armonía del fuego


 
Música al ritmo de vals, sube y baja, como la marea,
sus cenizas giran en el viento, polvo y espuma provocando
la luz es transparente, confunde con su aura, evocando;
son ilusiones obscuras, mas encienden fuego y brea.

Regala un poco Kara, bésame lentamente con tu alma,
tu dulce lengua, va marcando la pauta rítmica y eleva,
sangre cylon, sabor sintético y vida eterna,
la muerte no teme, solamente espera.

Una y otra vez, cuando algo faltó no logró sentir la entrega, no alcanzó el orgasmo,  el alcohol no fue suficiente, la consciencia se crispó, un golpe fuerte sacudió el cerebro, el amor sin sabor a esperanza; faltó el temor. Mas la armonía perfecta, donde danzan las estrellas y se acaba el infinito comienza con una canción llamada Kara.

El amor. Palabra fuerte, llena de fuego que trasmuta el alma. Dios ¿estás ahí? Después de tantas horas dedicadas a ti, todavía no se llena ese hueco frío entre el corazón y el crisol. Sus pasos metálicos por el viejo corredor,  asciende sin titubear a la nada. Kara, ¿Cómo te trata tu saliva? ¿Cuántos besos necesitas entregar para salvarme?

He descubierto una verdad: Kara Thrace. Ella, solamente ella, con las llamas encendidas, creando música divina, me mostró el camino, sólo falta recorrerlo sin quemarme. Hablar de ella por eones, recostarme en su almohada y succionar su aroma. El ciclo se repite, como un espiral de caracol, como la Vía Láctea, unidos siempre, divinos.

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