martes, enero 29, 2008

así nomas...

Me gustaría que tú me mataras cuando llegue el momento. Que todos esos sentimientos que nacen cada segundo que te respiro, terminen por tu mano y no por azares del destino. Me gustaría que tú me mataras lentamente, que mientras me haces sentir el placer agonizante, el dolor se mezclara con él y se perdiera por siempre. Me gustaría sufrir por siempre contigo, sufrir el dolor eterno del amor.

viernes, enero 25, 2008

recuerdos

Caminé un camino de nubes en el cielo. Había estrellas rojas y corazones rosas, también había un olor dulce, inesperado, hermoso, etc. Ese fue mi pasado.

martes, enero 22, 2008

La vaca reptil

Los colonos llegaron al planeta preliminarmente llamado “Taurasi” el martes en la mañana. Para el jueves de esa semana ya habían levantado un campamento. El planeta había sido explorado desde el espacio y no se habían encontrado formas de vida inteligente; por otra parte el análisis bacterial había salido altamente positivo, lo que indicaba que no había ninguna bacteria o virus mortífero.

A pesar de que el área de aterrizaje y el levantamiento de la primera ciudad habían sido planeados con sumo cuidado por los robots terrícolas, la sensación que sentía Lena de estar en un planeta desconocido era la que sentía cualquier niña de 14 años al encontrarse en el umbral de una nueva aventura.

Los padres de Lena eran los geólogos de la expedición, por lo que ella se encontraba generalmente sola en la cabaña de madera tratando de sintonizarse con la red interestelar. Afuera se escuchaba el zumbido de muchos hombres trabajando para construir un nuevo mundo.

El domingo ocurrió el primer incidente. Algo imprevisto y aterrador: de los 24 habitantes del nuevo mundo, sólo quedaban 20, 3 habían desaparecido y 1 había sido encontrado en pedazos junto al nuevo generador de energía atómica. El cuerpo tenía moretones y estaba desgarrado en su mayor parte; un terror colectivo se infiltro en los corazones de los hombres. Los 20 habitantes restantes se alarmaron, pero su alarma fue aún mayor cuando descubrieron que las comunicaciones eran incapaces de trasmitir código alguno. Para desgracia de todos, la nave que los había llevado a Taurasi regresaría en un mes.

La segunda semana sólo quedaban 10 habitantes. Lena había perdido a su papá, y lo que en un principio parecía que sería una gran aventura, se había convertido en una pesadilla de terror. Las muertes y desapariciones penetraban todos sus sentidos y el temor colectivo hacía que cada minuto en ese (ahora horrible) planeta fuera como estar en agonía permanente. Los pocos hombres que quedaban (tres) habían puesto unas barricadas y habían hecho armas primitivas parecidas a lanzas por si eran necesitadas.

Cuando la noche cayó, los 10 indefensos humanos, arrogantes por su tecnología, incapaces de comprender que clase de especie los acosaba allá afuera, permanecían en su mayor parte alertas, era irónico que la humanidad que había inventado la bomba N2, capaz de destruir sistemas solares enteros, ahora sólo contara con una lanza mal hecha.

La madre de Lena estaba dormida, pero Lena no había dejado de observar su entorno con interés y miedo. En ese planeta, la única luna era lejana y color rojizo. El color rojo se intensificó para los ojos de Lena, cuando el suministro de energía cesó. Inexplicablemente, la amenaza que había estado matando lentamente a la colonia, había entendido que podía cortar la luz y atacar mejor en la obscuridad.

Lena buscó a su madre y no la encontró. En el fondo escuchó ruidos, golpes, gritos, suspiros de horror, y un mugido siseante. Lena se movió lo más rápido que pudo, esquivó cuerpos, saltó, corrió, empujó, sudó, lloró, y finalmente encendió el interruptor generador de energía atómica. Sus ojos llenos de lágrimas, dieron paso al asombro y una gran dilatación de sus pupilas: todo el campamento había desaparecido y sólo había algunos rastros de sangre en el suelo.

Pero lo más aterrador fue las criaturas que se acercaban reptando hacia ella. Eran una especie de vacas que en vez de pesuñas tenían manos humanoides y se acercaban lentamente moviéndose como si fueran una especie de lagarto. Tenían unos enormes cuernos y sus ojos eran color amarillo brillante, en su hocico salía una lengua larga y delgada, y las horribles criaturas parecían estar sonriendo al ver a la pequeña Lena atemorizada. Una de las criaturas se paró en dos patas y levantó su mano haciendo una especie de señal, todas las demás vacas reptiles se pararon de igual forma observando detenidamente a la pequeña Lena, que parecía estar a punto de perder el conocimiento por la impresión. Un fuerte mugido siseante, que a Lena le parecía música infernal fue lo último que la pequeña escuchó.

La nave volvió justo un mes después del primer día que llegaron los colonos.

domingo, enero 20, 2008

Las olas del mar óped

Para buscar mi libertad me interné en las olas del mar óped:

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Veo en el horizonte un nuevo sol, ¿seré libre?

jueves, enero 17, 2008

Introspección 3

Lo natural es la inconformidad, el aburrimiento y el dolor. Incluso el color de la sangre sabe a cristales similares al inolvidable olor de tu aliento.

lunes, enero 14, 2008

Poeta seductor

Bajo la luz de un sol azulado, en un planeta ordinario, en una larga fila de mujeres de todas las edades, se encontraba Marie Monet. Al fin conocería al hombre que más cosas hermosas le había dicho a través de las letras, a través de un suspiro electrónico; en medio de un mundo donde ya casi nadie se atrevía a escribir.

“Prefiero morir en un charco rodeado de gatos, para tocar tan sólo tu sombra, que llenarme de recortes de periódicos y fotos que me hablen de ti”

La frase se repetía intensamente en la cabeza de Marie…

Jude Black era seductor. Su cabello ondulado y perfumado cautivaba, su mirada era suave pero persistente, y sus manos eran una obra de arte para el cuerpo femenino. El sueño de Marie se transformó en realidad. Por obra del destino mágico e incluso de los astros, Jude, su poeta amado, al conocerse en una reunión de fans se había interesado en ella. Ahora después de 3 meses de plácidas platicas, café tostado, cigarros importados y mucho sexo, su vida era un castillo de nubes construido en el cielo más dorado que el planeta Nimbar.

Su sueño: vivir con Jude en una isla, donde todo el planeta fuera mar, excepto por ellos, el sol y las estrellas. Se lo había contado a Jude con emoción y él había prometido buscar toda la eternidad tal lugar.

De pronto, la adicción de ver a Jude comenzó a tener efecto. Inevitablemente fue a buscarlo a su estudio, cuando entró sus ojos se tornaron grises, su mirada se volvió inconsistente: Jude tenía el pecho abierto, es decir, un hueco en él permitía ver una serie de cables y aparatos mecánicos típicos de un robot humanoide.

¿Cómo era posible que un robot… pudiera escribir cosas tan humanamente hermosas? La respuesta llegó rápido… Jude se acercó le tomo la cabeza por la nuca con su mano izquierda y de su mano derecha salió una especie de cable con terminación puntiaguda que penetró la frente de Marie, absorbió algo y ésta murió al instante.

Unos meses salió el nuevo libro de Jude Black: “La única isla del mundo del mar”.

miércoles, enero 02, 2008

みどり(Midori): historia de un amor plástico

La primera vez que Marcus Black y Midori tuvieron sexo, la vida de Marcus cambió. Fue un encuentro ocasional en un bar de la metrópoli de Trántor. Marcus quedó cautivado por su belleza y sus piernas a la primera mirada.

Después de un par de bebidas se encontraban en el cuarto que Marcus había rentado en su visita a Trántor. Cuando terminó después de 4 penetraciones, Marcus estaba exhausto y en un éxtasis total, pero Midori se tenía que ir.

Pasaron 2 años sin que volviera a verla y ella nunca le dijo su secreto. Marcus experimentó todo lo que pudo, estuvo con muchas mujeres de diferentes planetas y ninguna logró darle el mismo placer que le había dado Midori. Había algo en ella … cuando cerraba los ojos podía ver sus hermosas piernas, su cabello teñido color verde que se venía natural, sus ojos profundos, su mirada ardiente, los gemidos armoniosos, su sudor sin olor, la fricción de su piel y la perfección de sus músculos.

Cuando el segundo año estaba por llegar Marcus se levantó más temprano de lo normal. Tomó una tasa de café y salió a fumarse un cigarro a la terraza de su departamento en la ciudad de Kornell. Llevaba dos días sin pensar en Midori y su vida iba recobrando sentido, cuando su mirada chocó en la acera de enfrente de su edificio con una figura verde que hizo que tuviera una erección instantánea y su mente comenzara a flotar. Era Midori, caminando, flotando ante a sus ojos, con naturalidad y delicadeza, cautivando con cada paso su mente y emitiendo una fragancia inmortal.

Marcus corrió con toda su alma, se olvido de ponerse zapatos, se olvido que llevaba pijama y que su cabello estaba alborotado.

Su esfuerzo y la perdida de su capacidad para respirar tuvieron los resultados esperados, logró alcanzar a Midori y la tomó por la cintura. Le dijo que la amaba, que jamás había vuelto a sentir lo que sintió aquella vez hace dos años con ella. Midori escuchó todo lo que él le dijo con una mirada de preocupación. Cuando Marcus se quedó callado mirándola, saboreándola, imaginándola, explorándola, etc. Ella al fin le dijo su secreto: “lo que hicimos esta prohibido, no soy dueña de mi misma, soy un robot”.

Marcus comprendió entonces muchas cosas y porque nunca había vuelto a tener algo parecido con otra mujer (humana).

Un año después en un planeta del anillo más lejano de la Vía Láctea se despierta Marcus y besa a su querida Midori. Este día ella lleva el cabello negro y unos lentes cuadrados. Después de hacer violentamente el amor sobre la mesa y quebrar algunos platos. Midori hace desayuno y Marcus piensa: “soy adicto al plástico”.

みどり (Midori)

ほんとにかわいいよ

(Honto ni kawaii yo)