domingo, junio 17, 2012
Comida solitaria
Después de algunas contrariedades, terminé comiendo solo observando Bellas Artes. Agradecí la paz, la falta de distracción y el encontrarme solo con mis pensamientos.
lunes, junio 11, 2012
Azul profundo
Sumergido en los sueños y en la realidad, me encontré una vez cerca de la orilla del mar. Las olas trataban de devastar las rocas que le hacían frente con valentía, el sol se apagaba lentamente en el horizonte, sus rayos naranjas me daban calor directo en el corazón. Sentí el frío profundo empezar a recorrer mi cuerpo, primero mis pies descalzos, después mis piernas, luego mi estomago, mientras la humedad lentamente iba devorando la sequedad provocada por el desierto.
Bajo el mar caminé unos pasos sin sentir temor de no respirar, pero cuando una sirena me pidió que respirara lo hice. Tragué el agua salada con los latidos de mi corazón acelerados, pero es todo, no morí, respiré mar, respiré azul y arena, sin más.
Con ayuda de la sirena comencé a descender en las profundidades místicas del reino de los mares. Pasamos por debajo de las rocas, mi mente estaba concentrada en el contraste de colores, olores acuáticos, sabores y sensaciones frescas que rodeaban mi cuerpo. El camino fue largo, pero esperé, sin sentir nunca desesperación por lo que me fuera a ocurrir.
Cuando llegamos a la ciudad, creo que una lágrima se escapó y se perdió para siempre en las lágrimas infinitas del océano. Era una sensación extraña, feliz y triste, de impresión y aprensión, de emoción y decepción. Era hermoso, lo más hermoso que jamás he visto en mi vida. Las rocas, las algas, la luz emanada por fuego azul, los enormes pilares de piedra, sus columnas iluminadas, llenas de vida, llenas de poder. La ciudad bajo el mar era toda la utopía jamás soñada por el hombre: lejos de distracciones, sin medios que manipulen las mentes de los hombres, sin pudor por vestirse bien, sin preocupación por ser mejor que el vecino. Era una sociedad completa, de ayuda y fraternidad, cuyo objetivo era disfrutar todo: la vida, la muerte, el sol, el fuego, el agua, el mar, la sal, las algas, la comida, el sexo, la diversión, el estudio, la meditación, la introspección y compartir todo, siempre.
Mi compañera me tomó la mano después de una semana de vivir ahí. Por su gesto, sabía que tenía volver al mundo de la superficie y no recordaría nada, eso me entristeció mucho pues me resultaba difícil dejar ir la experiencia y la idea de que quizá nunca volvería. Pero la sirena me prometió volver y recordar, aunque fuera un recuerdo soñado y borroso, aunque yo mismo no lo creyera.
sábado, junio 09, 2012
viernes, junio 08, 2012
Vestigios
Un tiempo mejor. Aun queda ese tiempo en cada uno de mis pasos, escondido y a la luz, trazando el futuro con recuerdos.
jueves, junio 07, 2012
Mi callejón
Entre el sanbors de los azulejos y el banco, está este callejón que transito de lunes a viernes. Me llena de nostalgia imaginar que este pequeño pasaje a visto carreteras, caballos, perros, carteles y personas durante varios siglos.
Siempre me detengo ahí un minuto, saboreando la pared y el viejo edificio de ladrillos que se ve a lo lejos. No importa la prisa en ese lugar. Se detiene el tiempo, la gente camina lentamente al ritmo del grupo de jazz callejero, que normalmente tocan en este lugar.
Mi callejón de recuerdos, siempre ahí para tranquilizarme y transportarme a historias que no conocí.
miércoles, junio 06, 2012
En memoria a Ray Bradbury
Hoy murió Ray Bradbury, uno de
los mejores escritores de ciencia ficción que ha conocido el mundo. Bradbury
tuvo gran influencia en mi cosmovisión, modificó ciertos parámetros de mi
universo y abrió mi mente a lo sutil que puede ser la ciencia ficción. Este
género, tan despreciado por la gente de letras, a veces nos lleva de la mano con un fuerte componente imaginativo, justificando brillantemente la magia del
futuro y la tecnología. La ciencia ficción no está preocupada por una buena
elección de palabras, ni de rimas, ni mide con exactitud cada prosa. No, la
ciencia ficción tiene como su aliada a la imaginación. El componente
imaginativo lo es todo, y la capacidad de contar una gran historia especulativa
es lo más importante.
Bradbury es uno de esos
escritores de ciencia ficción que no nada más escribe sobre el futuro y las
consecuencias del progreso. Él tocó la psiquis de los lectores, logró
cautivarnos con pocas explicaciones y en sus historias se mezcla la crueldad y
otros sentimientos bajos, con robots, tecnología, paisajes y un gran misterio. Logra entusiasmarnos con imágenes que jamás
soñamos, nos describe universos que no sabíamos que estaban ahí, sin embargo,
una vez que los vemos, jamás los olvidamos.
¿Quién no es capaz de recordar Marte
como si hubiera estado ahí después de leer Crónicas Marcianas? Siento que
conozco la tierra roja, los ríos plateados, el frío celestial y los espacios
creados a partir de nuestra imaginación. ¿Puede aparecer un viejo pueblo
estadounidense en Marte? Sí, es posible. Y si se acaba la humanidad y sólo
quedas tú, ¿hablarías a todos los números de teléfono posibles para ver si
alguien contesta?
Por último, la catástrofe también
tocó la imaginación del buen Ray. Quemar libros. En un futuro la humanidad en guerra,
enajenada por la televisión, y para actualizar un poco Fahrenheit 451,
enajenados con smartphones. ¿Quemaremos
kindles en el futuro? Quizá no, pero
la enajenación ahí está, la falta de apetito por la lectura y el conocimiento
es un mal generalizado en nuestros días.
Espero sinceramente que su muerte
haya sido apacible y llena de esperanza, que su paraíso se vuelva realidad y
ojala algún día me lo encuentre, cuando visite marte y con mis pies descalzos
sienta por primera vez la arcilla roja de ese planeta, escribiré su nombre en
la arena para la eternidad.
domingo, junio 03, 2012
Días de lluvia
Los días de lluvia tienen un extraño sabor. Por un lado el olor a tierra mojada me sabe a té verde, es decir, naturaleza pura en mi boca, humedad y vida.
Pero en una ciudad como México, lo verde es escaso y el aroma natural es devorado por el cemento mojado y los metales oxidados.
Alguna vez en mi vida la lluvia llenó mi corazón de felicidad, mi corazón seco y lleno de sal se daba un respiro. Ahora mi corazón esta húmedo y la lluvia no ayuda, solo provoca suspiros
Pero en una ciudad como México, lo verde es escaso y el aroma natural es devorado por el cemento mojado y los metales oxidados.
Alguna vez en mi vida la lluvia llenó mi corazón de felicidad, mi corazón seco y lleno de sal se daba un respiro. Ahora mi corazón esta húmedo y la lluvia no ayuda, solo provoca suspiros
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