miércoles, junio 06, 2012

En memoria a Ray Bradbury



Hoy murió Ray Bradbury, uno de los mejores escritores de ciencia ficción que ha conocido el mundo. Bradbury tuvo gran influencia en mi cosmovisión, modificó ciertos parámetros de mi universo y abrió mi mente a lo sutil que puede ser la ciencia ficción. Este género, tan despreciado por la gente de letras, a veces nos lleva de la mano con un fuerte componente imaginativo, justificando brillantemente la magia del futuro y la tecnología. La ciencia ficción no está preocupada por una buena elección de palabras, ni de rimas, ni mide con exactitud cada prosa. No, la ciencia ficción tiene como su aliada a la imaginación. El componente imaginativo lo es todo, y la capacidad de contar una gran historia especulativa es lo más importante.

Bradbury es uno de esos escritores de ciencia ficción que no nada más escribe sobre el futuro y las consecuencias del progreso. Él tocó la psiquis de los lectores, logró cautivarnos con pocas explicaciones y en sus historias se mezcla la crueldad y otros sentimientos bajos, con robots, tecnología, paisajes y un gran misterio.  Logra entusiasmarnos con imágenes que jamás soñamos, nos describe universos que no sabíamos que estaban ahí, sin embargo, una vez que los vemos, jamás los olvidamos.

¿Quién no es capaz de recordar Marte como si hubiera estado ahí después de leer Crónicas Marcianas? Siento que conozco la tierra roja, los ríos plateados, el frío celestial y los espacios creados a partir de nuestra imaginación. ¿Puede aparecer un viejo pueblo estadounidense en Marte? Sí, es posible. Y si se acaba la humanidad y sólo quedas tú, ¿hablarías a todos los números de teléfono posibles para ver si alguien contesta?

Por último, la catástrofe también tocó la imaginación del buen Ray. Quemar libros. En un futuro la humanidad en guerra, enajenada por la televisión, y para actualizar un poco Fahrenheit 451, enajenados con smartphones. ¿Quemaremos kindles en el futuro? Quizá no, pero la enajenación ahí está, la falta de apetito por la lectura y el conocimiento es un mal generalizado en nuestros días.

Espero sinceramente que su muerte haya sido apacible y llena de esperanza, que su paraíso se vuelva realidad y ojala algún día me lo encuentre, cuando visite marte y con mis pies descalzos sienta por primera vez la arcilla roja de ese planeta, escribiré su nombre en la arena para la eternidad.

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