Entre el sanbors de los azulejos y el banco, está este callejón que transito de lunes a viernes. Me llena de nostalgia imaginar que este pequeño pasaje a visto carreteras, caballos, perros, carteles y personas durante varios siglos.
Siempre me detengo ahí un minuto, saboreando la pared y el viejo edificio de ladrillos que se ve a lo lejos. No importa la prisa en ese lugar. Se detiene el tiempo, la gente camina lentamente al ritmo del grupo de jazz callejero, que normalmente tocan en este lugar.
Mi callejón de recuerdos, siempre ahí para tranquilizarme y transportarme a historias que no conocí.
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